miércoles, 18 de agosto de 2010

El Viaje

   Nuestros cuerpos estaban muy cerca, su aliento me sedujo, susurró algo en mi oído y la suave brisa impregnada me hizo sentir un increíble escalofrío que recorrió desde la punta de mis pies hasta mi cabeza.
   Éramos dos cuerpos unidos por el fervor de las almas. Fue así como aquella mujer tomó la iniciativa, llevando su mano a mi brazo, el cual recorrió lentamente, centímetro a centímetro, hasta llegar al hombro.
   En un momento, su mano voló hacia mi cuello, aprisionándolo fuerte y al unísono su boca se fundió con la mía. Nuestras piernas se entrelazaron, con un brazo rodeé su cintura y mi otra mano fue a llegar hasta su pecho, cuando… ¡PAF!... Súbitamente recibí una inmensa cachetada que me lanzó hasta mi asiento pero aún con mi mano aferrada al sostén. El viaje en bus había sido un poco extenso y a la anciana sentada al lado no le pareció muy agradable mi sueño.

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